Egipto y el Calendario de Denderah - II
La fiesta del HEB-SED no era el "jubileo" del faraón
Un error frecuente es considerar que el "jubileo" está relacionado con la fiesta Heb-Sed del antiguo Egipto.
El concepto y la palabra "jubileo" proceden del llamado Yobel (יובל) de la Biblia judía, que alude al cuerno de carnero que se hacía sonar en todo Israel para anunciar el momento del retorno a los comienzos, el reinicio del orden establecido. Esta palabra "yobel" está relacionada también con otra palabra: "jabal", que significa "restitución". Esta celebración se realizaba cada 50 años.
En la Iglesia católica, el concepto corresponde al llamado Año Santo, que se celebra cada 25 años. Es un año de renovación espiritual, en el que se busca olvidar las rencillas y renovarse espiritualmente.
Ambos jubileos, el hebreo y el católico, poseen solo un significado tangencialmente parecido al Heb-Sed egipcio. En este último, como en muchas otras culturas, existía un sentido de renovación de las fuerzas primigenias que dieron origen a Egipto. Sin embargo, hay otros elementos específicos relacionados con los misterios egipcios y las relaciones astronómicas y temporales que eran muy distintos, y que veremos más adelante.
¿El Heb-Sed se celebraba a los 30 años de reinado?
Se tiene constancia de que esta cifra no se correspondía exactamente con la realidad en muchos casos. Por ejemplo:
El faraón Den (2930-2910 a. C.) celebró este festival a los 22, 30 y 39 años de su reinado.
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Heb-Sed de Den, sentado en la capilla como Osiris y recorriendo el circuito ceremonial |
Amenhotep III realizó el Heb-Sed a los 30, 34 y 37 años.
Osorkon lo hizo en el año 22 de su reinado.
Ramsés II celebró trece o catorce fiestas Heb-Sed a lo largo de su reinado.
Akenatón, quizás como parte de sus reformas, celebró su primer festival Sed en el año 3 de su reinado.
En muchos otros casos, no tenemos constancia de cuándo o cuantas veces se celebró. Un caso curioso es el del faraón Djoser de la III dinastía. El complejo funerario creado para él incluye un área extensa (veáse foto abajo) en la que se supone que se realizó la ceremonia. Sin embargo, después de su muerte, el área junto con los falsos edificios (que sólo contenían piedras en su interior) fue enterrada bajo la arena, quizás con una función mágica, pues se constata la promesa de la celebración de millones de "Heb-Sed" en la otra vida, algo similar al caso de las Barcas de Ra enterradas junto a las tumbas de los faraones y que tenían un papel post mortem.
Significado del Heb-Sed entre los egipcios
No solo era la confirmación del poder del rey, sino la eficacia de ese poder para bendecir a todo el país. El rey era el canal a través del cual fluían los poderes de la naturaleza, que debían ser llevados a cabo a través del Estado. Todo su simbolismo se centraba en el corazón de la ideología de la realeza egipcia: el faraón como intercesor o mediador de su pueblo ante los dioses (Frankfort, 1948:58).
De manera especial, sus poderes controlaban un aspecto fundamental: la regulación de la inundación, pues de ella dependía la existencia del pueblo. El faraón, por tanto, era poderoso en la medida en que podía dominar esos procesos.
El año 1 comenzaba con cada reinado de un nuevo faraón. Esto significaba volver a los primeros tiempos, era el tiempo de la Renovación, y durante su reinado, la fiesta Heb-Sed marcaba también un reinicio. En ambos casos, todo el orbe estaba presente: la ceremonia era presenciada por todos los dioses, las constelaciones, los 12 meses de 30 días del año agrupados en 3 estaciones (la Inundación Ajet, el Surgimiento Peret y la Cosecha Shemu), el pueblo y los dignatarios. En otras palabras, el orbe entero.
Su importancia era tal que se comprueba la existencia del festival Sed desde la más remota antigüedad, desde los tiempos pre-dinásticos, extendiéndose hasta los reyes ptolemaicos.
Sin embargo, a pesar de ello, existe poca evidencia explícita sobre los detalles de la celebración Heb-Sed, sobre el qué, cuándo y dónde se celebraba, y del simbolismo de cada uno de los elementos que lo componían. Ni siquiera sabemos con claridad qué significa su nombre (Hornung y Staehelin, 1974).
El faraón, considerado el Hijo de Ra y discípulo de las Escuelas Internas, toma como modelo a Osiris, el alma gemela de Ra. Para comprender su función y su profundo significado místico-religioso, es necesario relacionarlo con otras ceremonias y símbolos en los que, ya sea de manera real o mítica, se llevaba a cabo el Rito de la Carrera dentro de un recinto sagrado.
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El faraón Djoser realizando el recorrido ceremonial del Heb-Sed, es precedido por el chacal Wepwawet, sostenido como estandarte por una figura de Seth. |
Las escasas representaciones que han sobrevivido hasta nuestros días sugieren que el elemento central del Heb-Sed era la carrera, o más bien un recorrido simbólico dentro de un circuito mágico preestablecido. Este circuito podría trazarse alrededor de la muralla de una ciudad, del recinto de un templo o en un patio diseñado específicamente para este propósito, como el que construyó el faraón Djoser de la III dinastía en Saqqara, cuyo diseño aún podemos admirar (ver más arriba).
Sin embargo, resulta difícil imaginar que un faraón, especialmente después de 30 años de reinado y en ocasiones posteriores (como en el caso de Ramsés II, quien celebró este rito trece veces), pudiera completar físicamente dicho recorrido corriendo. Es evidente que estas representaciones tienen un carácter profundamente simbólico. Como ya se ha señalado, los datos arqueológicos y las imágenes conservadas son limitados, y su interpretación sigue siendo objeto de debate. Además, el arte egipcio se rige por cánones de representación estereotipada, que no buscan reflejar la realidad de manera literal, sino transmitir significados simbólicos. Lo que sí podemos afirmar es la existencia de un circuito circular, recorrido ceremonialmente por el faraón en presencia del mundo entero. Las representaciones lo muestran avanzando con zancadas firmes y llenas de poder, aunque no necesariamente implican una carrera real, sino más bien un camino de naturaleza simbólica con profundas connotaciones mágicas.
Desde una perspectiva simbólica, este circuito está guiado por la figura de Wepwawet ("El que abre los caminos",
el chacal que no solo despeja la ruta, sino que también señala el objetivo a alcanzar. Algunos egiptólogos sugieren que el término Heb-Sed hace referencia al Festival o Fiesta (Heb) de Sed, nombre que podría estar relacionado con una forma más antigua y primitiva de Wepwawet. En otras palabras, este festival se celebra bajo los auspicios del "chacal guía" que abre los caminos tanto en este mundo como en el más allá.
Así, el faraón, como Hijo de Ra —y, en épocas posteriores, de Amón, el espíritu oculto del Sol—, emprende un camino solar, el mismo que recorre el astro a lo largo del año. Este trayecto simboliza la sucesión regular de las estaciones y favorece el crecimiento de los seres humanos, los animales y la vegetación. Todo ello ocurre gracias a la mediación del faraón, el único sacerdote legítimo en la Tierra. De hecho, los sacerdotes que oficiaban en los templos lo hacían en su nombre, ya que solo él poseía la verdadera autoridad sacerdotal en todo el país.
El Recorrido Iniciático y su relación con Denderah
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Sed festival de Hatshepsut con el toro a su lado |
Esta imagen, parte del llamado Zodíaco de Denderah, aunque pertenece a una época muy posterior, refleja conceptos que estaban arraigados en la mentalidad egipcia bajo ropajes nuevos.
El Zodíaco de Denderah se encuentra situado en el interior de una capilla, en el techo de la misma. Esta capilla forma parte de un conjunto de capillas situadas en la terraza superior del templo de Denderah. Todas ellas están relacionadas con elementos iniciáticos, en las que pueden verse imágenes de Osiris resucitando. También están presente otros dioses, como por ejemplo la rana Heket, diosa también relacionada con la resurrección.
Además del zodíaco, en el techo del templo se pueden encontrar:
Representaciones de dioses y diosas egipcios: Como Nut, la diosa del cielo, y Geb, el dios de la tierra, que simbolizan la bóveda celeste y la tierra respectivamente.
Escenas mitológicas: Relacionadas con el ciclo solar y la regeneración, incluyendo el viaje del sol (Ra) a través del cielo y el inframundo.
Constelaciones y estrellas: Representaciones de estrellas y constelaciones importantes para los antiguos egipcios.
Símbolos religiosos y astronómicos: Como el disco solar alado, el ojo de Horus (Udjat) y otros motivos relacionados con la protección y la divinidad.
Estas imágenes reflejan la conexión entre la religión, la astronomía y la cosmología en el antiguo Egipto, mostrando cómo los egipcios integraban su comprensión del cielo en su práctica religiosa y arquitectónica.
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Circuito solar a través de las constelaciones que finaliza en el centro en la figura del chacal Wepwawuet |
El Zodíaco de Dendera representa el circuito solar recorrido por Osiris, un viaje simbólico que también emula el faraón durante la ceremonia del Heb-Sed. En este ritual, el faraón enfrenta su primer obstáculo: un toro (Tauro), que debe integrar como un poder adquirido. Este simbolismo se refleja en la indumentaria real, ya que los faraones vestían un faldellín con la cola de toro, un atributo que denotaba fuerza y dominio. En el corredor del templo de Seti I, que conduce al Osirión, se observan representaciones del propio Seti supervisando a su heredero, Ramsés, mientras este caza un toro, reforzando la conexión entre el poder real y este animal sagrado.
A continuación, el faraón recorre los signos zodiacales, una secuencia que, aunque influenciada por concepciones griegas y mesopotámicas, también incorpora características propias de la cosmovisión egipcia. Los egipcios dividían el año en 360 días, organizados en 12 meses de 30 días, cada uno asociado a una de las 12 constelaciones mayores. Este ciclo estaba marcado por el ascenso helíaco de Sotis (Sopdet o Sirio), un evento astronómico crucial que señalaba el inicio del año nuevo y la inundación del Nilo, fundamentales para la agricultura y la vida en Egipto.
Durante la fiesta del Heb-Sed, el faraón recreaba este recorrido sagrado. En el circuito de Saqqara, por ejemplo, se encuentran 12 capillas falsas, cada una dedicada a un dios asociado con los 12 meses del año. Estas capillas no estaban destinadas al público en general, sino que eran espacios reservados para los sacerdotes involucrados en las ceremonias de renovación y resurrección osiriana. Estas prácticas tenían un carácter iniciático, vinculado a los misterios de la muerte y el renacimiento.
En las ceremonias del Heb-Sed, el faraón se envolvía en una capa ajustada que lo cubría por completo. Esta prenda simbolizaba el sudario de Osiris y, al mismo tiempo, evocaba el "huevo primordial", del cual emergía un nuevo ser. Este simbolismo dual también se manifestaba en las procesiones funerarias, donde el sacerdote Tekenu, actuando como alter-ego del difunto, representaba tanto a Osiris en su sudario como al huevo cósmico. En el lenguaje egipcio, las palabras para "huevo" y "sudario" eran idénticas, diferenciándose solo por el determinativo final.

El Tekenu, el sacerdote alter-ego en las ceremonias funerarias, representando a Osiris (el fallecido) en su sudario y el huevo primordial del que nacerá el nuevo ser.
Osiris, envuelto en un sudario, sobre el cuadrado mágico, con el pequeño cuadrado que indica la entrada al Ra-stau, el lugar de los misterios osirianos.
En conclusión, la persistencia del festival del Heb-Sed a lo largo de la historia de Egipto, junto con los conceptos osirianos y solares, explica la profunda conexión entre este ritual, la resurrección de Osiris y el renacimiento cíclico de Egipto. Este renacer se asociaba míticamente con el recorrido celeste a través de las constelaciones anuales, representado tanto en el zodíaco como en el circuito mágico del Heb-Sed. Así, el festival no sólo celebraba la renovación del faraón, sino también la regeneración de toda la tierra egipcia, simbolizada por la inundación del Nilo y el reverdecer de la vida.