Taoísmo y Budhismo Esotérico II
La Búsqueda del Sendero
Las enseñanzas fundamentales del Taoísmo abarcan dos dimensiones principales:
a) Orienta la conducta del buscador de la Sabiduría vital, es decir la sabiduría práctica en nuestra vida diaria.
b) La revelación de principios profundos y de carácter esotérico sobre el origen del cosmos, el fluir de las energías universales y sus ciclos intrínsecos al entramado que sustenta la vida y su desarrollo.
Entre los postulados clave que deben guiar el comportamiento humano destacan:
Impermanencia y perspectiva relativa:
La realidad se manifiesta en constante transformación, donde incluso lo aparentemente estático depende del observador. La célebre parábola de Zhuangzi sobre el "sueño de la mariposa" ilustra esta noción: al despertar de un sueño en el que era una mariposa, el filósofo cuestionaba si era un hombre que soñaba ser insecto o una mariposa que imaginaba ser humana.
Flexibilidad frente a dogmas:
Rechazo a los juicios categóricos sobre lo "bueno" o "malo", ya que estas dualidades emergen de convenciones sociales. El Taoísmo enfatiza la fluidez de los fenómenos, invitando a trascender esquemas rígidos para percibir la interdependencia esencial de todas las cosas.
Wu Wei y acción espontánea:
Armonizarse con el Tao implica actuar sin forzar (无为 Wu Wei), similar al concepto hindú de Nishkama Karma (actuar sin apego a los resultados o Recta Acción). Esta "no acción" no es pasividad, sino una respuesta libre de intereses egoístas, alineada con el flujo natural que promueve el desarrollo integral de la vida —desde el crecimiento de una planta hasta la evolución humana—.
Crítica al formalismo confuciano:
Al igual que el Budismo, el Taoísmo cuestiona los rituales vacíos y las normas sociales coercitivas que alienan al individuo de su naturaleza esencial. Si bien reconoce la necesidad de estructuras para la convivencia, advierte sobre su esclerosis: cuando las instituciones se fosilizan, los grupos pierden dinamismo y sus miembros se someten a jerarquías opresivas, repitiendo dogmas en lugar de dialogar con la realidad cambiante: Un claro síntoma de una sociedad o grupo rígido, sin evolución, es que se deja de contemplar al mundo alrededor para mirar sólo a los de arriba a quienes se intenta complacer por encima de todo, mientras que se olvida el compromiso con los de abajo, los más débiles, que ya no poseen interés. Se repiten, para justificarlo, solo aquellos dichos de los fundadores que les interesan, como si fuesen versículos de un texto sagrado, olvidando las enseñanzas vivas de esos mismos fundadores.
Ciclo vital y trascendencia de la muerte:
La muerte se concibe como una fase más en el continuum de transformaciones universales. Inspirándose en la observación de la naturaleza —donde la decadencia alimenta nuevos ciclos—, se propone enfrentar la vejez, enfermedad y muerte con serena aceptación, dominando el arte del desapego tal como enseña también el Budismo.
Se puede concluir que los valores morales y visión del Taoísmo profundo coincide a menudo con los puntos de vista del Budhismo esotérico y también con el Buddhismo del Buddha.
Cosmología Taoísta y Budhismo esotérico
Lo que no se puede nombrar es el Tao, origen del cielo y tierra.
Lo nombrable es la madre de todo, de las diez mil cosas.
Sin deseos, desde el no-ser, comprendemos el Misterio;
Con deseos solo se puede ver su apariencia y manifestaciones.
Ambos brotan de la misma fuente, pero solo se separan al manifestarse, adoptando diferentes nombres para una misma realidad. (Tao Te Ching, capítulo I)
La filosofía taoísta contempla el Universo manifiesto, de un lado, y el Origen no-manifiesto, del otro lado, formando ambos partes de la misma Unidad.
"Lo innombrable es el Tao, el origen del cielo y tierra".
Lo Innombrable, es lo Absoluto, la Causa sin Causa del Todo. Es indefinido, porque de la definición es de donde surgen las cosas y los seres. La definición es es en sí misma una limitación, es venir al mundo de la existencia, y poseer cualidades del ser-existencia: ser de arriba o de abajo, de izquierda o de derecha, ser pesado o ligero, azul o amarillo, masculino o femenino, etc.
En el Budhismo Esotérico este Origen Indefinible, corresponde a las Tinieblas, no por ser oscuras o tenebrosas, sino por no haberse manifestado aún la dualidad primera: la luz ilusoria y la oscuridad relativa, ambas pertenecientes al mundo manifiesto. Este Origen no manifiesto podemos representarlo por un círculo imaginario, aún no definido, sobre un plano oscuro. Representamos, por falta de mejores medios, este círculo imaginario dibujandolo como una línea discontinua:
En el Taoísmo corresponde al concepto de Wuji: el círculo no manifiesto similar al círculo indefinido del Budhismo Esotérico. En el mismo no está aún presente la dualidad. Se le representa a veces como un trazo circular no bien definido, otras veces ni siquiera se lo representa gráficamente.Sin deseos, desde el no-ser, comprendemos el Misterio;Para los antiguos, tanto en Egipto como en China, el mundo ya creado "gira" o tiene como centro las constelaciones circumpolares, especialmente la Osa Mayor y la estrella Polar. Sin embargo, aquí el término chino Wuji se refiere a lo indefinido: un paso anterior al de la creación. La palabra compuesta Wuji significa "sin poste, sin polo o sin eje que sostenga el techo", nada está todavía asentado.
"Lo nombrable es la madre de todo, de las diez mil cosas".
A partir del Wuji se produce una evolución posterior: el Taiji, de donde surgirán posteriormente todas las dualidades, como veremos más adelante. En el Budhismo esotérico se corresponde con el primer Círculo Blanco, el primer plano de la manifestación.
Al mismo tiempo, la presencia real y manifiesta del plano blanco del círculo, implica necesariamente la existencia de un primer punto central (si hay punto central, hay circunferencia, si hay circunferencia hay un punto central).
Este punto es el que se pone en actividad y en su primera oscilación provoca la diferenciación (arriba y abajo, si y no, oscuro y claro, etc.) el inicio de todas las dualidades.
En el Taoísmo este primer Círculo Manifiesto corresponde como ya señalamos al Taiji (太極). Si descomponemos su significado, "Tae" (太 o 大) representa lo más grande, lo extremo, lo más alto, y "ji" (極), es el Polo Supremo o gran división a partir de la cual las cosas aparecen. Se constituye así la Viga Central que sostiene la estructura de lo manifiesto, y que tiene como centro, en lo cosmológico, a la Estrella Polar.
El Taiji es símbolo de los más alto que la mente humana puede concebir. Si observamos su forma procede de la de un ser humano, o sea el Hombre Celeste o Universo manifiesto, del cual el hombre terrenal es su imagen.
Hay otro signo, Tian (天), que significa "lo celeste, el cielo". Este símbolo presenta arriba dos trazos horizontales:
Si eliminamos el trazo superior, tendremos el signo anterior, Tae, la raya encima apunta por tanto el límite para el ser humano, más allá de este se encuentra el Cielo, aquello que es indefinible, que a veces se manifiesta como una voluntad que hace que las cosas sucedan abajo, en el mundo, de cierta manera, aunque el ser humano no sabe qué es ni en qué consiste lo celeste.
Taiji por tanto es el principio más alto e inteligible desde donde fluye la vida.
El capítulo 42 del Tao Te Ching de Lao-Tsé comenta:
El Tao (Wuji) produjo el Uno (Taiji). Del Uno surge el Dos (Yin-Yang, y todas las dualidades). Del Dos surgió el Tres (la Primera Triada del mundo manifiesto) y del Tres surgieron los 10.000 seres (es decir, todos los seres y cosas)
En el Budhismo Esotérico, sobre la primera dualidad aparece una segunda dualidad. La primera dualidad horizontal es la que se establece entre lo superior y lo inferior, el Cielo y la Tierra, es la Gran Generatriz o Madre, es el mismo estadio segundo que en la biblia hebrea se expresa con la separación del Cielo y la Tierra, y de las Aguas.
La segunda dualidad (en rojo), junto a la primera dará origen a un cuaternario, se trata de la aportación de una semilla organizadora o inteligente. Es el mismo concepto que entre los griegos se expresa como la interacción entre Theos, Chaos y Kosmos, en la que Theos no representa una divinidad suprema, sino que como nos explica Platón se refiere al "theein" o el movimiento de la inteligencia divina organizadora del mundo, que actuando sobre la base primigenia del Chaos, o sea de aquello que aún no está definido, pero que posee todas las potencias, dará origen al Kosmos, palabra cuyo significado es Orden.
En el Taoísmo la primera dualidad, Yang y Yin Supremos, dispuesta en los lados opuestos de un círculo, también evoluciona. Es un sistema evolutivo, en movimiento, en el que uno se transforman en el otro por medio de dos valores intermedios (el Yin que viene del Yang, y el Yang que viene del Yin) conformando así cuatro aspectos que están presentes en el mismo símbolo del Yin-Yang:
En la figura anterior observamos dos aspectos, uno Yin de color negro, y otro Yang de color blanco, matizados por otros dos pequeños círculos dentro de cada uno de ellos y de valor contrario, o sea el "yin en el yang" el pequeño círculo negro sobre el fondo blanco, y el "yang en el yin", el pequeño círculo blanco sobre fondo negro, dando así lugar a 4 fuerzas evolutivas relacionadas entre sí.
Estas 4 fuerzas, en su movimiento evolutivo, implican la existencia de un Centro alrededor del cual giran todas las apariencias y seres del mundo manifestado.
"Con deseos solo se puede ver su apariencia y manifestaciones".
Ese quinto factor, es lo que en China se llama el elemento "tierra" o también Centro, que representa tanto al planeta en el que vivimos, como a la Materia en la que suceden los fenómenos de la vida, ocupando así un lugar central en todas las evoluciones de los seres vivos.
"Ambos brotan de la misma fuente, pero solo se separan al manifestarse, adoptando diferentes nombres para una misma realidad".
Lo innombrable y lo nombrable, forman una sola realidad, de la que los seres humanos sólo conocemos un aspecto. El eterno ciclo natural nos indica, tanto en lo pequeño como en lo grande, la Ley del Eterno Retorno, de la Eterna aventura de todos los seres en búsqueda de la perfección.
Tanto la Sabiduría Ancestral contenida en los antiguos tratados del Budhismo esotérico —de la raíz Budh, o Sabiduría Primordial, no confundir con Buddhismo el sistema filosófico fundado por Buddha— como los principios del Taoísmo enseñan la misma verdad fundamental.
Para el Taoísmo, así como para el Budhismo, no se trata de un ejercicio mental ni teórico lo que sus contenidos enseñan, sino que impulsan a la búsqueda de una Sabiduría radical aplicable a la vida diaria, nos da sosiego al alma, sentido de eternidad, saber que en este mundo es posible encontrar nuestro Tao, es decir, nuestro Sendero, que no consiste en adscribirse a ningún sistema forzado, a ningún dogma, salvo el del retorno siempre hacia el interior, para desde ahí hallar la senda natural en el mundo de la acción. No hay mayor signo de distanciarse de la verdad que las posturas intransigentes y agresivas, de las que en este mundo tantos ejemplos tenemos.
Que sea bello y natural tu Sendero, que escuches la Voz Silenciosa que guiará tus pasos hacia la Recta Acción.