viernes, diciembre 17

Los Reyes Solares III

LOS REYES SOLARES III

A veces, cuando no se puede tener lo mejor, se elige un mal menor. El sueño universal de toda la humanidad ha sido ser gobernado por reyes sabios. Es la base de las leyendas del Rey del Mundo. Nuestro mundo de tela y cartón transcurre ahora por los siglos de la desconfianza. Tras la experiencia de largas épocas aciagas, después que los los falsos reyes y los falsos señores de la guerra arrastrasen a los hombres a innumerables guerras y viles servidumbres, se levantó la esperanza de un mal menor, de la liberación por medio de la opinión de la mayoría. 

¡Viva la democracia! ¡Bienvenido el gobierno de los hombres libres!... Mas ¿dónde están los hombres libres? He aquí el talón de Aquiles: que los hombres son esclavos. Esclavos de sí mismos, de sus pasiones, de su ignorancia, de sus ambiciones, sedientos de poder, siempre insatisfechos. Y las sombras oscuras que se ocultan en la cueva todopoderosa lo saben, y proyectan deseos, desatan instintos, lanzan palabras embaucadoras que hipnotizan y arrastran a las masas a su propia perdición.

Entonces, como las leyendas dicen que ocurrió en la vieja Atlántida, los seres humanos cansados, con las almas sangrando de tanto dolor y miseria, elevaron sus voces al cielo gritando para que volviese Él al mundo, el Rey de Reyes.

"¡El rey y la tierra son uno!" gritaba el rey Arturo cabalgando sobre su caballo blanco vestido de brillante armadura. Y a su paso, la tierra triste y encenagada, los campos grisáceos y marchitos, los árboles torcidos y sin hojas, se cubrieron entonces de verde brillante, las plantas mostraron sus múltiples colores mientras que los árboles cargados de frutos se inclinaron ante el paso del rey.

Probablemente, todo esto no sea más que un cuento, uno muy viejo, tanto que uno no consigue arrancarlo de la memoria del corazón, un sueño, sólo un sueño, pero el más limpio de los sueños. ¿Qué ser humano bien nacido no lo ha soñado alguna vez? Si un día el Sembrador de Sueños se olvidase de plantar sus semillas en este triste mundo, las hordas de la noche acabarán arrojando el manto negro de sus sombras hasta asfixiar la vida.

Ese sueño, sus reflejos más o menos distorsionados, existieron alguna vez. El Egipto de la V dinastía, el Egipto de los Reyes Solares, fue un intento de entronizar las viejas tradiciones ligadas a Ra, el dios sol. Nunca alcanzó de nuevo Egipto la grandeza del Imperio Antiguo. Una y otra vez, los faraones que se sucedieron hasta los últimos ptolomeos, trataron de restituir las viejas fórmulas, usaron los mismos escritos antiguos, que ya nadie comprendía, para grabar las placas fundacionales de los nuevos templos. Por eso, aunque al ojo experto los estilos funerarios, costumbres, templos, etc., evolucionaron a través del tiempo, sin embargo para los ojos que contemplan sin tanta erudición hay un nexo común, un hilo que recorre la historia durante miles de años, sabemos que siempre es Egipto, sabemos que estamos enfrente de la vieja Kem, revivida una y otra vez.

Lista de Abydos de los Reyes de la Quinta Dinastía

Pero no era un mundo perfecto, los reyes de la V dinastía eran grandes, pero no perfectos y poco a poco dejaron de ser Reyes Universales y Reyes Sacerdotes, dejaron de ser el nexo entre el Cielo, el Nilo Celeste, y la Tierra. Poco a poco delegaron sus funciones de intercesores a los sacerdotes de Heliópolis, hombres sabios sin duda, pero que no eran reyes divinos.

Los regalos se convirtieron en tierras, ganados, siervos, transferidos a los templos y que poco a poco constituyeron una casta sacerdotal poderosa, una vez más, como siempre ocurre. Poco a poco la sabiduría se alejó de ellos al tiempo que abandonaba a los reyes. La nobleza se hizo hereditaria, y los nobles provinciales impusieron su poder hasta al propio faraón. Esta situación fue progresivamente debilitando a los faraones, hasta el punto que Teti, sucesor de Unas, último faraón de la quinta dinastía, fue asesinado por la guardia real. La siguiente dinastía, la VI, con el faraón Pepi II, gobernando desde su niñez durante 90 años, continuó dejando el poder en manos de los ambiciosos nobles y nomarcas de las provincias que prácticamente eran ya independientes y que ya sólo eran vasallos nominalmente del faraón.

Este es un proceso universal, tanto en los grupos humanos como en los gobiernos del mundo. En nombre de la paz, en nombre de supuestas libertades, o para complacer ambiciones, ceden una y otra vez el poder, porque de hecho los líderes ya no son capaces o son ilegítimos. La corrupción no sólo está entonces en los que gobiernan, sino que penetra también hasta lo más íntimo de cada ciudadano y cada institución. 

Cuando los ojos miran aquello que se corrompe, sólo ven división, lucha, daño. Sin embargo para que algo nuevo nazca tiene que caer la vieja casa agrietada. Para ello hay que dirigir los ojos hacia el Ideal, y al mismo tiempo dar una sonora patada para que acabe de caer esa vieja casa. No perdamos el tiempo con los que están vendiendo tu patria, con los asaltantes de caminos y de almas, con los lobos que predican paz a las ovejas, deja que el Sembrador de Sueños llene tu alma, deja que allí arraiguen y no permitas que los constructores de la mentira te arrastren más allá de tus convicciones. Verás que así poco a poco, cuando muchos seres humanos brillen en la noche, el Sembrador de Sueños le dirá al Rey del Mundo que el tiempo de la cosecha ha llegado.