lunes, marzo 29

PRIMAVERA: MUERTE Y RESURRECCIÓN

 PRIMAVERA: MUERTE Y RESURRECCIÓN

Caminando en medio del bosque ciudadano, evitando las duras aceras y en busca de los espacios verdes, pareciera que nuestra alma busca salir de la prisión diaria a la que nos someten nuestras ciudades y aún más en los tiempos de epidemias generalizadas.

Antes del amanecer aún a oscuras, he caminado con paso forzado entre los árboles del parque, y digo forzado porque las piernas a veces no responden como no se les de órdenes firmes, hay que ser tirano con uno mismo a ciertas edades. 


La naturaleza generosa ha abierto sus hojas y flores para recibirme, aún después del tremendo castigo invernal. Es la Prima-vera, o el "Comienzo Verdadero", como su nombre indica, el comienzo de un nuevo ciclo.

Es Domingo de Ramos, el anuncio de la semana festiva, los recuerdos de la infancia me asaltan, cuando era obligatorio estrenar algo en ese día especial, aunque sólo fuesen unos calcetines blancos, o con suerte alguna otra prenda sencilla para vestir, si eras lo bastante afortunado.

Continúo caminando entre los árboles con estos recuerdos mientras contemplo la semi-oscuridad que me rodea. La contemplación de la naturaleza es lo único que nos da el cálido sentimiento de que la vida continúa, es una inmersión directa, sin especulaciones mentales, lo vital se expresa en la vegetación de manera directa, sin preguntas, se crece, se madura, se envejece, se muere y se nace... porque así es la ley eterna.

Sería ridículo que un rosal dijese, si pudiese hablar y pensar, "no quiero que mis rosas caigan inertes al suelo, quiero seguir siempre igual", porque entendemos que la belleza de la vida se expresa en tiempos, como las estaciones, como los años, y los siglos.


Domingo de Ramos, comienzo de la Semana Santa, la Semana de la Pasión. Aunque en verdad debería llamarse Semana de la Resurrección, de la Vida Eterna que se renueva.

Los teólogos tratan de hacernos ver el sufrimiento de Jesucristo como justificador y enmendador de todos nuestros pecados, o sea la perversa doctrina de la Redención, tan beneficiosa para las Iglesias, pero tan dañina para la conciencia.

Lo cierto es que del Jesús real no sabemos nada, y del histórico sólo algunas pequeñas referencias que no nos cuentan mucho, lo que sí existe es el Cristo de la Fe, el Cristo de la Teología. Nos queda pues sólo el Cristo de los Evangelios, en los cuales no encontramos una historia definida o una secuencia de hechos, excepto por su nacimiento y su muerte. y entre esos dos puntos esenciales para el mito, nos quedan historias morales.

Así comenzado con el mito, el Chrestos, o sea el candidato que se convertirá en Christos, nace en Bethlehem (Belén) o sea la "Casa de Lahmu", deidad acadio-babilónica, el también llamado "dios barro o de fango", dios en relación con las constelaciones y estrellas, de las cuales es el padre.

Lahmu

Aunque también Bethlehem significa "Casa de la Carne" según la forma árabe antigua. Así que Jesus en-carnó como hombre, o se hizo de barro como Adán, en un momento astrológico determinado, ese que llaman Era de Piscis.

El mito astrológico se continúa con el nacimiento en un establo al lado de dos animales. La constelación de Cáncer en las mitologías antiguas, griega y romana, contenía el cúmulo de estrellas conocido como el Pesebre, con dos asnos a un lado y al otro, Asellus Borealis y Asellus Australis. Cáncer es la constelación que señala el solsticio de verano y que para los antiguos se relaciona con el nacimiento de las almas en este plano físico.

Se completa con los sabios astrólogos que vienen a adorar al niño, siguiendo una estrella, y quienes, sólo en interpretaciones posteriores al siglo V, se les asimila a tres reyes magos.

Todos conocemos el drama de la Pasión, pero lo fundamental no radica ahí. Para algunos es una fuente de inspiración y algo conmovedor la idea de que Dios encarnado ha sufrido como hombre. Aunque todos, en cierta medida, somos también dioses encarnados y sufrimos de mil maneras distintas en esta vida. 

La esperanza es lo que cuenta, la Resurrección, la capacidad de renovación. Y esa es la Gran Enseñanza, no la redención por Cristo, pues nadie se redime por causa de otro, salvo que entendamos por ello la acción incansable de todos los Grandes Maestros, de todos los Prometeos, que a lo largo de la historia humana se han sacrificado descendiendo a este mundo-infierno para enseñarnos y aliviar nuestros dolores.

Pero incluso si no hubiese ningún Maestro que se acercara hasta nosotros o al que nosotros podamos acceder, hay una Eterna Enseñanza que se muestra en la Naturaleza entera: la Primavera que siempre sucede al Invierno, y mi auténtico despertar, mi casi liberación, consiste en entender que al fin y al cabo yo formo parte del Todo, y cuando realmente sea así, entonces será la liberación completa, no porque ascienda a ningún paraíso, sino porque no siendo ni yo ni tú, nada me puede ofender, no siendo abajo ni arriba, no puedo caer, siendo todos los seres del mundo no puedo ser egoísta ni sufrir todas sus consecuencias, no siendo algo sino parte del SER ETERNO, se acabará el sufrimiento.

Y mientras llega ese momento esperanzador, contemplo las flores, los árboles, el cielo, la tierra que toco con mis manos, acaricio mi perro que me acompaña en la noche final que precede al día y pienso en vosotros todos.

¡Feliz Primavera y Pascua de Resurrección!

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